Mucho se ha debatido y estudiado sobre el porqué México no crece a los ritmos que una economía de su tipo debiera.
El asunto es tan grave para el devenir histórico social de los mexicanos, que marca la diferencia entre dejar de ser un país en vías de desarrollo para convertirse en uno desarrollado.
Muchos teóricos le han dedicado largas horas de sueño, de investigación, y aunque en casi todos los casos la causa se centra en la falta de valor industrial, productividad e innovación en un país que sigue siendo maquilador y manufacturero, la sombra abraza muchos factores de nuestra condición geográfica y económica ante los países ricos hoy en crisis. La lentitud económica de México es crónica, y ningún gobierno, en muchas décadas, ha logrado salir de ella.
Cifras reveladoras y obstáculos
Según el International Business Report 2015 (IBR), de Grant Thornton, para el 40% de los directivos de empresas medianas en México la fluctuación en el tipo de cambio es la principal restricción para el crecimiento. La estadística deja claro que este es, al menos, el factor que más preocupa, en un año que ha estado caracterizado por la volatilidad cambiaria gracias a eventos de incertidumbre internacional ajenos a México.
El segundo y tercer obstáculos para el crecimiento, identificados por los directivos, son la reducción de la demanda y la incertidumbre económica, con menciones de 32% y 28%, respectivamente.
Según el IBR, la reducción de la demanda registró el mayor incremento porcentual entre las inquietudes de los empresarios, de un 22% en el primer trimestre a 32%.
En los casos de grandes avances porcentuales en la percepción de los encuestados figuran también la infraestructura en tecnologías de la información y comunicación (18%) y la infraestructura para el transporte (16%).
¿Cómo nos ve el mundo?
A nivel mundial, la principal restricción es la incertidumbre económica, con un promedio de 34% entre las 36 economías participantes en el IBR, seguido de la escasez de órdenes de compra, con 31%.
En tanto, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) estimó una reducción para el Producto Interno Bruto mexicano, en línea con las perspectivas de otras instituciones nacionales e internacionales, y con esa caída que todos percibimos.
El organismo contrajo a 2.9% (de 3.9%) su estimado de crecimiento para 2015, y a 3.5% (de 4.2%) el de 2016. En la versión preliminar de su “Panorama Económico Mundial 2015”, reconoce como el principal riesgo para el crecimiento la potencial volatilidad por las subidas de tasas de interés de la Reserva Federal de Estados Unidos, que ha mantenido en vilo al mundo todo el año.
En la misma línea, el Fondo Monetario Internacional (FMI) redujo de nueva cuenta las previsiones del crecimiento mexicano en una décima este año, hasta 2.2 %, y en tres para 2016, hasta 2.5 %. ¿Sus razones? La baja producción nacional de petróleo y una menor demanda de Estados Unidos, que afecta a las exportaciones manufactureras desde comienzo de este año. Mientras, “la caída en la producción doméstica continúa siendo un lastre'', señaló el organismo en su revisión anual.
Los recortes de estimaciones no tocan solo a México. A nivel mundial, la OCDE contrajo su previsión de crecimiento para 2015 a 3.1%, desde 3.7% que pronosticó en noviembre pasado, y previó un aumento en el ritmo de crecimiento del PIB mundial a 3.8% en 2016.
¿Qué podemos esperar?
Podríamos entonces decir que en este momento México solo sigue el ritmo global de decadencia, pero en realidad el promedio de crecimiento del país en los últimos 30 años es de 2.4%, según datos disponibles del Banco Mundial (BM).
Las preguntas siguen sin respuesta: ¿Por qué las reformas estructurales no han impulsado el PIB más de lo que la incertidumbre global lo ha reducido? ¿Cuáles son los principales factores que tiene que superar México para crecer? Quizás ya es hora de buscar las verdaderas respuestas.
Por Gabriela Guerra Rey
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