Dicen que las nuevas generaciones son cada vez más renuentes a adquirir bienes a largo plazo.
Sobre todo porque las profesiones laborales hoy en día son muy diferentes, cada vez parecemos más nómadas y es raro verse en el mismo lugar por mucho tiempo.
Inversión igual a patrimonio
Existe un concepto en bienes raíces llamado “Regla de los 5 años”, que consiste en preguntarte si planeas vivir en el lugar que estás a punto de comprar después de 5 años. Si tu respuesta es afirmativa, vas en un excelente camino para comprar una casa y pagarla en 5 años. Si, por el contrario, en esa cantidad de años o menos te ves viviendo en otro lugar, tal vez lo mejor para ti sea seguir rentando.
Aquí te presentamos algunas reglas que puedes seguir si quieres aventurarte a esta compra. Aunque, siempre, lo recomendable es asesorarse con un experto, no solo de bienes raíces, sino de inversiones. ¿La razón? Necesitas que tu dinero crezca todos los días y que no pierda su valor y, al final, terminen comiéndote los intereses.
¿Y en materia de inversión?
Ahora que ya conoces algunos de los factores que debes tomar en cuenta al momento de comprar una casa, necesitas dar el paso definitivo: trazar tu inversión sobre el horizonte que te tardarás en liquidar tu deuda.
Esto, sin duda, te ayudará a comenzar a etiquetar tu dinero. Es decir, tener muy claro cuál es el que destinarás a la inversión que alimentara la hipoteca de tu inmueble. Así, tu inversión te ayudará a dos cosas: 1) terminar de pagar antes tu hipoteca y 2) quitarte una carga pesada de tener una deuda que alcance tu jubilación.
Hagamos un ejercicio
Normalmente las hipotecas oscilan entre los 10 y los 30 años. Sin embargo, ¿qué pasaría si trazaras una inversión a 15 años que alcanzara la deuda que tienes por concepto de la hipoteca de tu casa?
Si tienes hijos pequeños, por ejemplo, estarías en posibilidades de pagarles una universidad privada. O bien, tendrías el efectivo suficiente para pensar en una inversión más grande que te dejara el camino libre para una jubilación sin preocupación alguna. ¿Suena bien, no?
Por Marco Arteaga
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