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Los antepasados de Wall Street

De la sala de una familia aristócrata de la Bélgica del siglo XIV al número 11 de Wall Street hay una historia, la historia de los mercados bursátiles, de la Bolsa.

Pero...¿por qué se habla de la Bolsa? La denominación proviene de la familia Van der Buerse, cuyo patriarca, Robert Van der Buerse, bien podría llamarse el tatarabuelo del actual inversionista. Era su sala, ubicada en la vibrante Bélgica del siglo XIV,  la parada obligatoria de todo inversionista interesado en conocer las últimas tendencias comerciales en el Mediterráneo y en cerrar todo tipo de acuerdos.

Esta historia también tiene acento italiano. En la Italia renacentista, no solo se financió a artistas como Da Vinci, también se invirtió forzadamente en la guerra. El Dux de Venecia, Francesco Foscari, armó una flota 300 navíos de guerra y miles de soldados, gracias a la venta de acciones. Un rumor en los cafés venecianos bastaba para elevar el interés de las acciones, por ello el goberino de la república ilegalizó la información no oficial sobre las batallas .

Tulipanes en cada inversión

La Compañía Holandesa de las Indias Orientales, y su primer gobernador Pieter Both, fueron otros de los ancestros del mercado bursátil de hoy. En el siglo XVII, esta empresa fue la pionera en emitir bonos y acciones, y lo hizo en una de las primeras Bolsas del Mundo: la de Amsterdam. Estas sociedad anónima, también la primera, consiguió gracias a sus inversionistas tener por más de un siglo el control comercial de las Indias Orientales.

Transición a la modernidad

Pero la Bolsa también fue adaptándose a los tiempos y diversos gobernantes se su sumaron a su crecimiento, a su historia. Por ejemplo, en la Francia de Napoleón Bonaparte surgió una ley que autorizó la proliferación de las Bolsas donde fuera pertinente y se reconoció legalmente la necesidad de los agentes cambiarios para informar y gestionar, previa autorización, los intereses de los inversionistas.

La incipiente globalización de la Bolsa

Luego, Londres y París se convirtieron en nuevas sedes de Bolsas de Valores. Con esta instauración, llegó la internacionalización de este negocio y su profesionalización.

La globalización, la apertura de mercados y el auge tecnológico hicieron de la inversión bursátil una realidad global. Su crecimiento e interconexión global fue tal, que el flujo inversionista parecía no tener patria ni árbitro definido. De ahí la importancia de la fiscalización de las posibles inversiones.

De este modo, la Bolsa de hoy ya dinamitó la sala que la vio nacer y es una realidad global que, además de tener historia, la escribe constantemente.

 

Por José David Pérez

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