Dicen que la confianza se tarda mucho tiempo en ganar, y se pierde en un instante. Sin duda, esta frase encierra una verdad que cualquier persona que busque un lugar donde hacer crecer su patrimonio busca: confianza, honestidad y transparencia.
No es un secreto a voces que ha habido empresas financieras que colapsaron o terminaron siendo un fraude. Sin embargo, frente a estas historias, para algunas empresas significó la oportunidad para demostrar que la honestidad es uno de los valores que las sustentan. Por ejemplo, Casa de Bolsa Finamex.
Los inicios de Finamex
La historia de esta Casa de Bolsa, 100% mexicana, viene de más de cuatro décadas atrás y su fortaleza ha dejado en claro que los embates financieros, tanto internos como externos, son vistos como un área de oportunidad para brindarle un mejor servicio financiero a los inversionistas. Y lo trae desde el nacimiento, ya que fue fundada en 1974, una década que estuvo marcada por un sube y baja de la política macroeconómica.
La realidad es que al terminar 1976, nuestro país entró en una grave crisis económica caracterizada por una espiral inflacionaria, un estancamiento en el crecimiento del producto, una deuda exterior voluminosa y creciente, una contracción de la inversión privada, un sector financiero en condiciones críticas, una moneda devaluada y con tipo de cambio inestable y una “pérdida de confianza” de amplios sectores de la población en la capacidad del Estado para conducir al país por vías económicas y políticas seguras.
Mucha gente perdió su patrimonio, pero los que lograron invertirlo antes de ese fatídico año, pudieron, gracias al asesoramiento de sus estrategias-inversionistas, proteger su dinero a través de la diversificación de sus inversiones y con el respaldo de un ente financiero que supo mantener el poder adquisitivo del dinero de esos primeros inversionistas. Esa es la clave de cualquier Casa de Bolsa: responder ante las adversidades financieras y evitar el menor daño posible en las cuentas de los clientes. Así de sencillo.
La década del oro negro…y luego la privatización de la banca
En 1982, el entonces presidente, José López Portillo, a causa de la devaluación del peso, la alta inflación y la fuga de capitales, decidió nacionalizar la banca para salir de la crisis en la que llevaba sumergido el país casi un lustro. Los inversionistas, aunque sufrieron minusvalías en sus cuentas, gracias a que su dinero estaba diversificado lograron mantener sus cuentas a flote. Ahí, Finamex jugó un gran papel, ya que asesoró en todo momento cómo debían moverse los capitales en la Bolsa y los bonos del gobierno. Y, claro, aprovechando el boom del oro negro, debido a que prácticamente la basta producción de petróleo salvó a México de caer en picada.
Una nueva bocanada de oxígeno regresó a los capitales privados cuando, casi de manera sorpresiva, en 1990 se reprivatizó la Banca y poco a poco el Gobierno dejó de tener la voz cantante. Así, el inversionista ahora tenía más margen de maniobra para mover sus capitales y hacer crecer su patrimonio. El resultado: comenzó la democratización de las inversiones y poco a poco la gente entendió que la mejor opción para cuidar ese patrimonio “de toda la vida”, era confiarlo a alguien más. Sin embargo, no todo sería color de rosa.
En 1994, con la entrada del “nuevo peso”, el TLCAN y un suceso conocido como el “Efecto Tequila”, una crisis de origen local causada por una moneda sobrevalorada, grandes déficits del sector público y la dependencia del Gobierno del financiamiento vinculado al dólar, se considera la primera crisis financiera de la economía globalizada que condujo a México al mayor declive económico registrado, y que volvió a poner una nube negra sobre la economía nacional; sobre Finamex, una oportunidad para demostrar que las crisis no tumban patrimonios, siempre y cuando estos tengan un blindaje adecuado, tal y como lo tenían los clientes que ya invertían en la Casa de Bolsa.
Ese año para muchos sigue siendo un tabú, un mito y uno en el que miles de personas, literal, se quedaron en las calles, ya que los precios se elevaron de manera estratosférica por lo que no pudieron seguir pagando hipotecas y perdieron sus viviendas. Algunos de ellos, al día de hoy, no logran recuperarse. La lección fue dura, y para muchos certera: un banco es una salvaguarda física de tus ahorros. Una Casa de Bolsa es una salvaguarda de tu patrimonio. Así de simple.
A partir de ese año y con una economía más globalizada, poco a poco las áreas de oportunidad se fueron abriendo y los retos creciendo. Ahora, había que buscar más Bolsas para que el inversionista de Finamex pudiera crecer su dinero. También, una profesionalización mayor para que un asesor no simplemente fuera un “asesor de venta”, sino un verdadero estratega.
La historia de casi medio siglo es digna de contarse
Finamex ha sabido responder a virajes económicos y políticos para que el inversionista tenga la certeza que día con día sus inversiones se mueven en el lado contrario de las crisis. Y hoy no es la excepción: Brexit, Trump y un nuevo modelo de Gobierno en México son los factores ideales para seguir demostrando que una Casa de Bolsa cuida patrimonios y los hace crecer, tomando las debilidades como oportunidades y transformando lo negativo en la mejor ventaja competitiva.
Sé parte de nuestra historia de éxito.
Acércate a Casa de Bolsa Finamex, contamos con asesores expertos y certificados que te ayudarán a hacer crecer tu patrimonio.
Comparte:
