La abuela guardando los centenarios dentro del florero; el vecino con dólares o billetes verdes resguardados debajo del colchón; o los patriarcas que decían que era mejor tener tabiques que billetes.
Esas son imágenes que la cultura popular transmitió a lo largo de los tiempos, acompañadas de un guiño de comicidad que nos dejó sembrada la inquietud de que “no hay mejor inversión que tener el dinero en la bolsa del pantalón o en bienes tangibles”.
“La burra no era arisca, la hicieron a palos”, dice el dicho. En efecto, durante muchos años los mexicanos decidieron desconfiar de cualquier imagen institucional que resguardara e hiciera crecer su patrimonio. Sin embargo, poco a poco los cambios nos han alcanzado y hoy parece que nos están rebasando.
La forma en que los mexicanos invierten su dinero tiene que ver con una falta de educación y cultura. Pero hay una realidad que no podemos ocultar: en México ya existe una enorme cantidad de instituciones e instrumentos de inversión. Además, hay marcadas diferencias con respecto al pasado, donde la cantidad de instrumentos era muy restringida y existía un marco legal que dejaba resquicios a la opacidad.
En 2015, la encuesta Pulso inversionista Global, capitulo México, de BlackRock, señaló datos interesantes que nos hacen pensar que el mexicano sí piensa en la inversión patrimonial; eso sí, con mucha prudencia: el 69% de los inversionistas nacionales considera que los principales riesgos para su futuro financiero están relacionados con la economía nacional. Es decir, el mexicano sigue dudando de la efectividad de la política económica de su país. Eso nos lleva a que el 52% de los connacionales invierte en instrumentos en efectivo, o de corto plazo, y solo 6% de su patrimonio lo destina a la renta variable.
Un punto interesante es que, a pesar del entorno de incertidumbre, el 83% invierte sólo en México. Y aunque la falta de educación financiera se ha convertido en un escollo para invertir con una visión global, existe una dualidad: durante los últimos años una cantidad importante de inversionistas mexicanos ha buscado invertir su dinero en el extranjero desde México. Hoy esto es posible porque a través del Sistema Internacional de Cotizaciones (SIC) de la Bolsa Mexicana de Valores (BMV) se puede invertir en más de 900 títulos de empresas, Índices, regiones o sectores de todo el mundo.
Uno de los principales ingresos que los mexicanos tienen durante el año es el pago de sus utilidades. En una encuesta realizada este año por Scotiabank se mencionó que, de ese ingreso, solo 13% de los encuestados lo invierte en productos financieros. De ese porcentaje, un 71% lo hace en fondos de inversión y 11% en instrumentos bancarios, como pagarés.
Los instrumentos financieros, como los Fondos de Inversión, siguen representando una minoría en el universo de las inversiones. En lo que va del 2015, estos instrumentos representan el 12% del Producto Interno Bruto, una cantidad muy limitada si la comparamos con la de otros países latinoamericanos como Chile, con un 19%, y Brasil con 51%.
La poca visión en inversiones de largo plazo se ejemplifica revisando la concentración en fondos de inversión de deuda: el 8% del dinero invertido, con respecto al PIB, está en Fondos de Inversión de renta fija.
Aunque la reforma a los Sistemas de Ahorro para el Retiro trajo grandes cambios, sigue siendo limitada en su función de inversión y diversificación entre la mayoría de la población. A 18 años de la creación de las Siefores, estas gestionan alrededor de 2.5 billones de pesos, cifra equivalente a 14.3% del Producto Interno Bruto, de acuerdo con datos de la Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro (CONSAR).
Actualmente, los activos invertidos de las Afores se ubican en 50.82% en deuda gubernamental, seguido de 18.97% de deuda corporativa, 17.22% en renta variable internacional y 6.71% en renta variable local; mientras que a instrumentos derivados se destina solo un 5.19%, deuda internacional 1.02% y a mercancías 0.07%.
La compra de bienes raíces es algo que de manera recurrente se observa como un mecanismo de inversión, aunque no siempre es la mejor opción. Un punto clave es la escasa profesionalización del corredor inmobiliario en México: aproximadamente 120 mil personas ejercen el corretaje de vivienda en nuestro país, pero solo 5,000 participan en la asociación que concentra a los inmobiliarios. Además, existen otras 4,000 que trabajan en franquicias y el resto lo hace por su cuenta, de manera intuitiva.
La enorme contradicción del inversionista mexicano sigue siendo que invierte más dinero en donde menores rendimientos existen: hablamos de los instrumentos tradicionales bancarios.
Hasta el mes de julio del 2015, la tasa de crecimiento promedio de la captación bancaria a plazo (pagarés y Cetes) fue del 12.8%. Además, La captación tradicional de la banca comercial, es decir cuentas de ahorro, chequeras y pagarés, concentra el 21% del dinero de este país (como proporción del PIB).
Este número es inquietante, ya que la mayor parte del dinero invertido por los mexicanos tiene tasas de interés por debajo de la inflación, lo que lleva a una pérdida de poder adquisitivo y un reacomodo de la riqueza poca productiva.
Hoy, el inversionista mexicano tiene un gran camino por recorrer. Y aunque las brechas con respecto a los países más desarrollados siguen siendo enormes en el tema de inversión, cada vez son menos las personas que sepultan las joyas de la familia en un cofre, buscando lo que difícilmente encontrarán de esa forma: seguridad y rendimiento.
Y tú… ¿en qué inviertes?
Por Casa de Bolsa Finamex
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