Hoy conocemos todo tipo de personas innovadoras y parece que cada semana se crea un nuevo negocio.
Pero eso no era así el siglo pasado, sobre todo porque no todo el mundo tenía acceso a la tecnología. Así, es necesario reconocer el mérito de personas que lograron grandes hazañas.
Un genio del trazo
Walt Disney nació en 1901 en Chicago y es el creador de uno de los imperios de entretenimiento más grandes: Walt Disney Company.
Durante la Primera Guerra Mundial fue voluntario en la Cruz Roja y era conductor de ambulancia. Cuando regresó comenzó a buscar oportunidades en la industria del cine en la ciudad de Kansas City. Talentoso como caricaturista y dibujante, rápidamente fue reconocido y juntó el capital para crear su propio estudio, el cual bautizó como Laugh-O-Gram.
El inicio de un emporio
Walt Disney tenía muy desarrollada una de las cualidades más importantes en todo empresario: superar adversidades.
Su primera compañía quebró a los pocos meses de vida, debido a que los costos de producción resultaban muy altos. Después de ese trago amargo se mudó a Hollywood, donde comenzaban a crearse las grandes empresas de cine en Estados Unidos.
Disney siempre dijo que todo fracaso que tuvo en su vida lo ayudó a fortalecerse y que sus desaciertos fueron lo mejor que le pasó en la vida, porque así llegó a los éxitos.
Siempre priorizo el crédito sobre su trabajo, antes que ganar miles de dólares trabajando para otros. De hecho rechazó varios proyectos con Universal Pictures. Y es a finales de la década de los veinte cuando creó a su famoso personaje Mickey Mouse, en colaboración con Ub Iwerks quien es reconocido como el dibujante, mientras Disney puso la voz.
La incipiente consolidación del gigante mediático
Mickey se popularizó y gracias a las ganancias que generó, y por el cortometraje “Los tres cochinitos” en 1933, el también guionista emprendió su proyecto más ambicioso: una película totalmente animada. Así, en 1934 inicio la producción de “Blanca Nieves y los siete enanos”. Una reinversión que daría frutos más adelante.
La elaboración, que duro tres años, dejó al estudio Disney casi en bancarrota. Sin embargo, logró una excelente recepción del público, aunque no de la crítica que aseguraba que era una historia demasiado cursi. A pesar de eso, Disney siempre tuvo la habilidad de saber lo que la gente quería ver.
Pero su inventiva y creatividad no se enfocaron únicamente a la pantalla grande y en 1940 comenzó la construcción del “Lugar más feliz sobre el planeta tierra”.
Aunque al principio muchos consideraban que era una idea absurda y que solo le costaría mucho dinero, Disney tuvo el coraje de llevarla a cabo. Sobra decir que era un firme creyente de que el valor y el coraje son cualidades únicas de líderes. Él tuvo el coraje de emprender ese proyecto y continuarlo, a pesar de las adversidades. 15 años después Disneyland abrió sus puertas.
Una década después anunció la creación de otro complejo, esta vez en Orlando, Florida. Este “mundo”, ya no lo llegó a ver Walt Disney, quien murió de cáncer de pulmón en 1966. Tampoco, que en 1991 las acciones de su compañía hacían su aparición estelar en el mundo bursátil.
Aunque su gran imperio ha tenido momentos malos, no deja de ser el referente de animación cinematográfica y hoy en día es una empresa que vale 179 mil millones de dólares y sus acciones hoy rebasan los $110 dólares.
Walt Disney nos enseña que los fracasos y la perseverancia dan frutos positivos siempre.
Por Marco Arteaga
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