Las fuerzas armadas de cualquier nación basan su éxito en la logística para cualquier eventualidad a la que se enfrenten.
Fred Smith aprendió ahí el negocio que años más tarde fundó y que ahora es la empresa de logística y mensajería más grande del mundo.
Nació en 1944 y fue cuando estaba en la Universidad de Yale que se le ocurrió una forma de hacer entregas, desde cualquier lugar de Estados Unidos al día siguiente. Su plan consistió en hacer los viajes en avión por la noche, esto, además de bajar los costos, evitaría la congestión que se presenta en los aeropuertos durante el día.
Para 1966 se une a la Marina y viaja a Vietnam. Ahí fue víctima de un emboscada pero salió ileso. Cuando regresa de la guerra, en 1970, es cuando decide crear su empresa, ese año compró la participación mayoritaria en una empresa de mantenimiento de aeronaves llamada Arca de ventas de Aviación. Para 1971 cambia el giro y comienza comercializar aviones usados y decide invertir la herencia familiar en FedEx. Pero además logró recabar 91 millones de dólares de diferentes inversionistas.
Reinventando los negocios
FedEx rápidamente se convirtió en una referencia en la mensajería de Estados Unidos. Comenzó en 1973 a hacer entregas en 25 ciudades. Siete años después llegó a las 100; hoy en día tiene presencia global y en su inventario hay una flotilla de 647 aviones. Todos en servicio.
La gran virtud de Fred Smith es su liderazgo, que desarrolló en su servicio militar. Él confía en los gerentes de primer nivel, porque sabe que ellos conocen el trabajo de los empleados a su cargo. Además es de las personas que motivan siempre a reconocer el gran trabajo de todos.
De la mano de Smith, FedEx volvió a cambiar el panorama en la última década de este siglo, acercó los servicios de logística a pequeñas y medianas empresas, estos servicios que antes sólo eran asequibles para empresas grandes.
Hoy en día Smith vale 3.4 mil millones de dólares y es reconocido como uno de los hombres que revolucionó el siglo XX.
Fred Smith nos inspira a no tener miedo de hacer cosas grandes y a tomar riesgos cuando tengas que hacerlo, pero sobre todo a confiar en las personas que tienes a tu cargo, después de todo, tú las pusiste ahí.
Por Marco Arteaga
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