Un poco de historia reciente: China es la segunda economía más grande del Mundo.
Aunque ha bajado su tasa de crecimiento de dos dígitos a partir de la gran crisis financiera del 2008. Su tasa de crecimiento promedio anual es del 7%. Esta nación asiática es considerada como un país emergente.
Su opinión vale, y mucho
A pesar de que su economía es muy grande, su población no tiene un ingreso per cápita alto, una situación que también viven otros países emergentes. Sin embargo, es el país que más aporta al crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) mundial. Pero, ¿por qué es necesario conocer estos datos? Porque de estos se desprende la importancia de sus acciones y su política económica. Esto significa que cualquier estrategia económica del Dragón Asiático afecta a todo el mundo.
¿Cómo llegó hasta aquí?
En las últimas dos décadas China se volvió la fabrica del mundo. Por ende, el principal motor de crecimiento de este país recae en las exportaciones de productos manufacturados. Pero hace algunos años decidió cambiar su modelo económico y buscar crecer más por su propio mercado interno que por la demanda exterior, sin embargo este cambio en el modelo económico no ha dado los resultados esperados.
¿Por qué depreciar su moneda?
A partir de octubre de 2014, el Banco Central de Estados Unidos decidió finalizar su plan de estímulos monetarios, que consistía en inyectar dólares al sistema financiero con el objetivo de estimular el crecimiento de la economía más grande del mundo. La consecuencia de esto fue una circulación menor de dólares en el mundo, que a su vez ocasionó la depreciación de, prácticamente, todas las monedas del mundo contra la divisa estadounidense.
Un vistazo al mundo
Las monedas de distintos países emergentes se han depreciado desde entonces: Rusia 78%, Brasil un 53%, México 25% y la India 7%. Aunque también en naciones desarrolladas el efecto se ha sentido. Por ejemplo: Australia 26%, Zona Euro 20% e Inglaterra 7%. Su efecto se sigue sintiendo hasta hoy.
Decisiones…¿drásticas?
A pesar de estos datos, China sigue siendo el emergente más grande del mundo sin ninguna depreciación. Sin embargo, al ver disminuido su ritmo de crecimiento, no experimentar un mayor crecimiento del mercado interno y perder competitividad por precio en sus exportaciones, el Banco Central Chino decidió depreciar su moneda. En tan solo tres días lo hizo un 5%.
¿Cómo nos afecta en México?
No podemos negar que cualquier pérdida de competitividad en nuestras exportaciones manufactureras, el motor económico más importante en la actualidad, no es buena noticia para México. Sin embargo, el escenario pudo haber sido más complicado si no hubiéramos experimentado la depreciación que hemos tenido en estos últimos meses, ya que nos ha dado ventaja en este rubro.
Una reacción que debe ser aprovechada
Que la segunda economía más grande del mundo reconozca que su ritmo de crecimiento es menor al esperado es, sin duda, un evento de preocupación no solo en China, sino en todo el mundo. Países que viven de exportarle materias primas, que luchan por ser competitivos en precios para ganar el mercado, son aquellos donde más hay dudas.
Ante este panorama, los mercados financieros reaccionaron con un ajuste importante. Tomaron la batuta porque, recordemos, las Bolsas del mundo son indicadores que se anticipan a las expectativas futuras y descuentan las posibles consecuencias. Además, conforme se van dando más noticias, y según los descuentos que se pueden presentar, salen a la luz oportunidades para otros inversionistas que aprovechan las baratas para rehacer portafolios.
El panorama de mis inversiones
En Finamex siempre tenemos visión de largo plazo. A pesar de los vaivenes del mercado y el contexto financiero que han creado China y Estados Unidos, si diversificamos en activos financieros de todo el mundo con un horizonte de largo plazo y el porcentaje de nuestro patrimonio está invertido en mercados que se adapten a nuestro perfil, la recomendación es continuar invertido. Pero, si estoy afuera de los mercados tal vez sea el momento de empezar a diversificar. ¿No creen?
Por Ricardo Gómez Dena
Comparte: