Unos las devalúan y otras se deprecian “solas”; me refiero a las divisas de numerosos países, donde los emergentes han tenido un impacto mayúsculo en las últimas semanas.
Si bien ya las monedas latinoamericanas estaban sufriendo una depreciación frente al dólar, reservorio de los inversionistas a la espera de que la Reserva Federal de Estados Unidos eleve, o no, los tipos de interés por primera vez desde la crisis de 2008, la devaluación del yuan dio un aldabonazo a las divisas competidoras.
Durante el mes de agosto, y en medio de una reestructuración económica del gigante asiático que no se acaba de consolidar, pero cuyos indicios de desaceleración se hicieron evidentes, el gobierno chino depreció su moneda frente al dólar 4.4% en tres días. Un fenómeno que no se había visto en décadas y que levantó inquietudes, por decirle de una manera muy usada en los medios.
Según las autoridades de este país, estaban ajustando el yuan a las fuerzas del mercado. Pero era inevitable entonces, y todavía hoy, hacerse varias preguntas: ¿la medida fue tomada para ganar competitividad frente a una reducción del crecimiento mayor esperado? ¿Está China exportando su deflación y haciendo más baratos sus productos, en una evidente práctica desleal?
Días después, varios países asiáticos, y no asiáticos, se vieron obligados a tomar medidas similares, a fin de competir con la oferta barata de mercancías chinas en el mercado. En los días posteriores, el dólar siguió captando inversionistas, y monedas emergentes, como la mexicana. En consecuencia, perdieron valor frente al billete verde como nadie podía esperar a principios de año.
Quizás la sangre de la guerra cambiaria no llegó al río, pero las divisas emergentes siguen a la espera de que ocurra algo: una buena noticia asiática; un alza en las tasas de interés, por fin, en Norteamérica; una sorpresiva recuperación de los precios del petróleo. No se sabe exactamente qué, pero algo…
China, por su parte, podría enfrentarse a una reconsideración de que el yuan se convierta en una moneda de reserva: que utilicen los gobiernos para acumular por seguridad y fijar, a partir de ella, los precios en los mercados internacionales, según el Fondo Monetario Internacional, que junto a los banqueros centrales otorgan ese estatus.
Analistas han advertido, sin embargo, que la depreciación del yuan no es perjudicial para todos, en el sentido de que puede representar una reducción de la inflación en algunas economías sobregiradas. Pero ese no es el caso de México, cuya inflación se encuentra en mínimos históricos, por raro que parezca esto frente a una caída del peso como la que hemos vivido en los últimos meses.
Los inversionistas, sin duda, buscan activos poco riesgosos, sobre todo después de que estallara el mercado de valores de Shanghái, y miles se fueran con su rumba a otra fiesta, no sin un gran colapso en las bolsas de Europa y Estados Unidos. En términos generales, regresó la volatilidad al mundo financiero. Hemos vuelto a tener viernes negros, lunes negros y hasta semanas de terror.
Por Gabriela Guerra Rey
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