Entre las muchas actividades que siempre, o casi siempre -si el destino lo permite-, llevamos a cabo cuando viajamos, está el shopping.
La sensación de mirar las vitrinas y entrar en tiendas que en la ciudad que habitas no puedes encontrar, es puro placer.
Además, llega ese pensamiento recurrente (que a todos los viajeros les ha ocurrido alguna vez): ¿si no lo compro ahora, cuándo volveré? Sentir que la oportunidad se te escapa de las manos y que te quedarás sin ese objeto de deseo, hace que el turismo de compras también sea una de las grandes fuentes de ingreso para muchos países.
La Quinta Avenida, Nueva York
Es quizá una de las avenidas más famosas de todo el mundo y también la que más se ha mostrado en las películas de Hollywood. Además, es y sigue siendo la calle más cara del mundo, según el último informe elaborado por Cushman & Wakefield y denominado 'Main Streets Across the World' (Las calles comerciales con el metro cuadrado más caro del mundo).
En la zona más cercana a Central Park están ubicadas las grandes tiendas de moda y lujo en la ciudad que nunca duerme. Armani, Cartier, Versace, Prada, Ungaro, Yves Saint Laurent o Ralph Laurent, éste incluso tiene su propio restaurante –The Polo Bar, desde enero 2015- justo al lado de la tienda insignia del diseñador (711 de la Quinta Avenida con East 55), además en el segundo piso de la misma se encuentra el Ralph’s Coffee desde septiembre 2014.
Pocas deben ser las mujeres que no han soñado con ser Audrey Hepburn mirando la vitrina de la mítica Tiffany & Co como en la famosa película “Desayuno con diamantes”. Está situada en la que es conocida como “la esquina más cara del mundo”, el cruce de la Quinta Avenida con la calle 57, y junto a ella Bvlgari, Louis Vuitton y el impresionante edificio de Bergdorf Goodman, un paraíso para los amantes de las galerías comerciales de lujo. Y las amantes de Sex and the City tienen una cita en Manolo Blahnik. Si hay alguien que ha convertido unos “Manolos” en objetos de deseo esa es Carrie Bradshaw o lo que es lo mismo, la actriz Sarah Jessica Parker. Aquellos que quieran emular a Mr. Big y sellar un compromiso con los Manolos Hangisi en satén azul, éste es el lugar, aunque el precio se acerca a los 1,000 dólares.
Bond Street, Londres
Cruzamos el océano y llegamos a otra gran capital, Londres. El estilo british siempre ha tenido muchos seguidores y la capital inglesa es un referente de compras, desde lo más exclusivo a lo más alternativo.
Muchas son las zonas comerciales de la ciudad: Oxford Street donde se ubica el mítico Selfridge; Covent Garden se puso de moda y hasta allí van quienes quieren comprar regalos diferentes o artesanía en el mercado de Covent Garden; Carnaby Street fue la cuna de la moda de los sesenta; Notting Hill es el lugar más vintage de la ciudad y donde se puede pasear por el mercado de Portobello Road y por último Knightbridge, conocido por dos grandes lugares, Harrods y Harvey Nichols.
Pero si lo que se quiere es gastar dinero, o simplemente mirar los lujosos escaparates de las grandes firmas de moda, Bond Street es el lugar indicado para esta terapia. En el número 21-23 de la calle, Burberry ocupa un edificio de varias plantas.
Los fanáticos de la moda quieren tener en su armario el mítico trench, la famosa gabardina color camel con el estampado de cuadros Burberry en su interior. Si quieres hacerte con una, necesitarás casi 2,000 dólares para salir de la tienda con tu trench al estilo Victoria Beckham, quien hace relativamente poco volvió a ponerla de moda.
Campos Elíseos, París
Seguimos recorriendo Europa y llegamos a la ciudad del glamour y la moda. En París se encuentran los famosos Campos Elíseos, una avenida que mide casi 2 kilómetros (exactamente 1910 metros) y que parte desde el Arco del Triunfo a la Plaza de la Concordia. En ellos se encuentran las grandes maison de la moda: Chanel , Christian Dior, Cartier, Gucci, Fendi, Hugo Boss o Valentino tienen su espacio ahí.
Los fans de Louis Vuitton no pueden perderse su tienda insignia, en el número 101 de esta avenida. Siete plantas dedicadas al universo Vuitton y su clásico monogram. La casa francesa nació en 1854 como fabricante de baúles de lujo, en esos tiempos en los que se cruzaban los océanos en barcos de lujos como el fallido Titanic. Además de la marroquinería, las colecciones de prêt-à-porter, joyería y complementos, la última planta se utiliza como espacio cultural.
En el número 30 de Avenue Montaigne se encuentra Dior, cuyo edificio es un símbolo de la moda internacional. Fue en él donde el joven Christian Dior cambió el rumbo de la moda presentando lo que se conoce como New Look en 1947. Hoy pueden encontrarse en él las colecciones de prêt-à-porter femenino y masculino, marroquinería, perfumes y accesorios de moda.
A pocos pasos, en el 53 de la misma avenida, otro ícono francés de la moda, Yves Saint Laurent, abrió las puertas de su tienda principal. Con un espacio de 900 m² ofrece sus colecciones de complementos en la planta baja mientras el prêt-à-porter masculino y femenino se sitúa en el primer piso.
La Milla de Oro, Madrid
Se denomina así al triángulo que forman las calles Serrano, Ortega y Gasset y Velázquez, donde se concentra la mayor oferta de marcas de lujo de la capital española, en el Barrio Salamanca.
Ortega y Gasset es la calle que más número de tiendas de lujo acoge: Dior (nº 6), Hèrmes (nº 12), Dolce&Gabanna, (nº 14), Chanel (nº 14), Giorgio Armani (nº 16), Louis Vuitton (nº 17), Gucci (Serrano esquina con Ortega y Gasset)
No hay que perderse dos tiendas, las de Cartier (Serrano 74) y Loewe (Serrano 26 –mujer- y 34 –hombre-), aunque la boutique de la calle Gran Vía (inaugurada en 1939) posee una escalera de caracol antigua, que es un mito dentro de la casa española, hoy propiedad del Grupo LVMH. Loewe nació en 1846 y desde entonces es un referente en marroquinería artesanal. En 1905 el rey español Alfonso XIII le confirió el título de proveedor oficial de la Casa Real y desde entonces comenzó su expansión nacional e internacional. Las que somos fan de las buenas bolsas, soñamos con un Amazona Oro y negro, pero el más barato parte de los 1,500 euros.
Por Ruth Martín
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