Primera parte
Este mes patrio es motivo de festejo y de conmemorar la lucha por nuestra soberanía nacional.
Fueron varias las razones por las que surgió el movimiento independista, entre políticas, sociales y económicas, aunque principalmente se buscaba poner fin al dominio español.
En 1800, la Nueva España, al igual que los Estados Unidos, poseía una economía dinámica en expansión. Durante los cincuenta años siguientes, nuestra nación quedó dramáticamente rezagada. Las 12 colonias norteamericanas (pese a las profundas diferencias que presentaban) construyeron un estado fuerte y ligado a la sociedad; mientras, en el gran territorio mexicano brillaba una débil y, en algunos casos, inexistente administración gubernamental.
La carencia en México de un Estado de derecho, la debilidad institucional, el centralismo político y la inestabilidad económica ahuyentaron toda posibilidad de inversión, pese al fuerte deseo de participar en el negocio de la minería por parte de naciones europeas.
Esto generó intervenciones militares que resultaron muy costosas para México; mientras que la estabilidad política y un marco legal liberal, hicieron atractivo el mercado norteamericano. Las colonias del norte vieron una fuerte y rápida industrialización; por su parte, los estados del sur se convirtieron en una potencia exportadora de materias primas, principalmente algodón y tabaco.
Reducción de capital
Para 1800, el gran territorio de la República Mexicana alcanzó sólo ocho millones de habitantes, y en el caso de Estados Unidos, se expandió a 23 millones.
La migración por parte de europeos fue clave para la expansión, crecimiento y desarrollo de talentos en suelo norteamericano. En México estaba condicionada a factores religiosos y políticos, lo cual a mediano plazo derivó en la perdida de territorio nacional.
Dichos factores afectaron radicalmente el ingreso de sus habitantes. A finales del periodo colonial, el ingreso per cápita de México se ubicaba en 116 pesos. Para 1845, se colocó en 56 pesos.
En contraste, el ingreso per cápita de Estados Unidos se duplicó, ya que mantenían una cultura de inversión, lo que permitió un proceso de acumulación de capital (fenómeno que en México no se daría hasta el Porfiriato). La riqueza del territorio de ultramar más importante de España se perdió en menos de 50 años.
De esta manera los mexicanos que en el año de 1800 habían ganado el 70% del ingreso per cápita de los Estados Unidos, para 1845 vieron una reducción de 14 por ciento. Asimismo, en 1800, la producción total de México que había igualado el 51% del Producto Interno Bruto de los Estados Unidos, declinó en 1845 a sólo ocho puntos porcentuales. Esta diferencia se reflejó dramáticamente en la guerra de 1847.
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