Hasta hoy, no existe una fórmula mágica para decir qué inversión nos dará los mejores rendimientos. Tampoco, para hacer un combinado de instrumentos de inversión para encontrar “el mejor rendimiento”.

Antes de hablar de un buen rendimiento…

Por definición, el rendimiento (en una inversión) es la ganancia que obtenemos por realizar ciertas operaciones financieras. En este caso, es el dinero que podemos sumar a nuestra cuenta por invertirlo en algún instrumento financiero; desde un bono gubernamental hasta entrar en el terreno de la Renta Fija, la Renta Variable y las Divisas. Sabiendo esto, es momento de determinar o hacer un estimado del rendimiento que se espera con una inversión tomando como base algunas variables que, sin bien cambian constantemente, son un punto de referencia para conocer el estado de nuestras inversiones.

La inflación, nuestro indicador

En términos técnicos, la inflación es el aumento sostenido y constante de precios en bienes y servicios, contrastado con la pérdida de capacidad para adquirirlos. Al momento de revisar los rendimientos de una inversión, es una clave indispensable analizar este indicador. Por ejemplo, para conocer la tasa real, basta con restar al rendimiento de una inversión la inflación anual. Si los números son positivos, estaremos teniendo ganancias. Si sucede lo contrario, es momento de cambiar la estrategia.

Hasta septiembre de este 2019, la inflación anual alcanzó un 3.0 %, por lo que las inversiones de corto plazo deben tener un rendimiento mayor a esa cifra para que puedan considerarse ganadoras.

Plazo + Volatilidad

En este binomio es esencial que con una estrategia de inversión definamos algunas variables y objetivos que nos permitan tener un parámetro para medir el éxito de nuestra inversión. Es decir, plantear tiempo de la inversión y la volatilidad de la inversión, y ambos factores empatarlos con nuestros objetivos.

Así, tendríamos combinaciones claramente definidas, hipotéticamente hablando:

• Inversión a corto plazo/volatilidad baja: “¿me alcanzó para liquidar la deuda de mi maestría?”
• Inversión a mediano plazo/volatilidad media: “¿reuní lo suficiente para dar el enganche de mi casa/departamento?”
• Inversión a largo plazo/volatilidad alta: “¿ya puedo retirarme sin sobresaltos financieros?”

Sin duda, estas preguntas son básicas, pero muy repetitivas entre los inversionistas, ya que son casos que se toman como punto de partida para saber si una inversión está tendiendo el rendimiento que esperaban. O, mejor dicho, está ayudando a cumplir con los objetivos que se plantearon en un inicio. En cada uno de ellos hay distintos niveles de volatilidad, lo que significa: entre menos volatilidad, el riesgo será menor y la ganancia proporcional a éste.

Dime tu edad y te diré en qué invertirás

Hay una cosa clara: no es lo mismo invertir a los 27 que a los 40 años. En la primera edad, la actividad laboral de cualquier persona va tomando impulso y los compromisos a los que se enfrenta son cortos. Por ejemplo: empezar o terminar una maestría, usando instrumentos con vencimientos no mayores a un año.

Es probable que entre los 30 y los 35 años, ya exista la intención de adquirir una casa o departamento. Aquí tal vez convendría voltear a ver un instrumento de Renta Variable y diversificar nuestra inversión para lograr hacernos de un inmueble en su fase inicial.

Pero, todo depende

Antes de decir si una inversión es exitosa o no, hay que tener bien en claro que no hay fórmula mágica (como lo dijimos al inicio), todo se trata de visualizar una meta y reunir las herramientas para construir el camino que nos lleve a ella. Lo importante es definir objetivos de inversión claros y con un plazo determinado, para utilizar los instrumentos con los que buscamos lograrlos en función de cada plazo, por ejemplo: elegir inversión en Renta Variable y derivados para inversiones con objetivos de largo plazo; y Renta Fija gubernamental, para inversiones con objetivos de corto plazo.

Lo que el inversionista debe buscar es la mezcla ideal entre: su objetivo, el plazo para alcanzarlo y sus características particulares. Siempre buscando que toda inversión genere rendimientos por lo menos iguales a la inflación.

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