Por lo general, cuando hacemos una inversión financiera esperamos tener un alto rendimiento, lo cual tiene sentido.
Sin embargo, muchas veces el rendimiento en el corto plazo es diferente al esperado, y por reacción tomamos malas decisiones que podrían ocasionarnos pérdidas.
Entonces, ¿qué debo hacer para conocer mi rendimiento esperado? Lo primero que tengo que hacer es: clasificar mis objetivos de acuerdo a la necesidad de los recursos en cuanto a plazos se refiere. Cuánto ocuparé de aquí a un año -lo definimos corto plazo-, cuánto necesitaré en uno y tres años -lo clasificamos como mediano plazo-, y qué cantidad será a largo plazo, es decir, más de tres años.
Una vez definido el horizonte de inversión, hay que analizar diferentes alternativas cada plazo, por ejemplo: cuánto ha sido el rendimiento promedio durante los últimos años, con esto puedo inferir cuánto será a futuro, de igual forma, qué tanta volatilidad han tenido en el pasado.
Las alternativas de corto plazo generalmente pagan una tasa de interés muy cercana a la inflación. Es decir, una tasa real cero o negativa, esto cuando se tiene liquidez inmediata, sin embargo, un rendimiento atractivo con liquidez inmediata es un espejismo, no existe.
Conforme las alternativas de inversión son a plazos mayores, el rendimiento a través del tiempo empieza a superar la inflación. Para aquellas que son a largo plazo, el rendimiento promedio a través de los años puede llegar a ser de tres a cinco veces la tasa de inflación, esto por efecto de la volatilidad.
La segunda regla que debo seguir para hacer crecer mi patrimonio, es ser disciplinado. Mantener mi estrategia intacta a través de momentos complicados, hacer de la volatilidad un aliado y no un enemigo, saber que es parte natural de mi inversión. Si mantengo disciplina, pago el precio de la volatilidad, entonces consigo el rendimiento esperado.
La tercera regla de oro, es la diversificación. No podemos tener un rendimiento adecuado ni hacer crecer nuestro patrimonio, si no se opta por instrumentos de inversión de corto, mediano y largo plazo, de tal forma protejo mi patrimonio contra cualquier eventualidad.
Ahora sí, clasificando mi patrimonio entre corto, mediano y largo plazo, revisando la rentabilidad de las alternativas para cada horizonte, diversificando entre instrumentos y siendo disciplinado, el rendimiento global de mi inversión, siempre será superior a la inflación. El único precio a pagar será la volatilidad, pero una vez entendidas las reglas, serán las grandes aliadas en el camino a aumentar el poder adquisitivo a través de los años.
Por Ricardo Gómez Dena
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