Hace poco más de una década decidí buscar alternativas a la opción de solo ser empleada. Quería independizarme, generar mis ingresos y contar con el suficiente capital para poner en marcha mis proyectos.

Veía que otros lo conseguían, pero no sabía cómo. Tenía entonces 36 años y la decisión estaba tomada, aunque no tuviera idea de por dónde empezar.

Hoy, diez años más tarde, tengo casi todo aquello con lo que soñaba. No fue sencillo pero tampoco imposible. Hoy lo quiero compartir contigo porque creo que es una experiencia importante y que puede resultar útil. Me gustaría que los que tengan el mismo deseo no sufran el desconocimiento de cuando no sabes qué hacer para que tu dinero crezca.

Cómo puedo lograr mis objetivos

Mi sueño siempre fue poner una cafetería cerca de casa. Necesitaba rentar el lugar, comprar muebles, la máquina del café, vajilla y decoración. Podía empezar con algo muy sencillo. Aún así, necesitaba una buena suma de dinero.

• Si bien tenía algo ahorrado, mi capacidad de guardar dinero, como asalariada, era de unos cinco mil pesos cada mes. Hubiera necesitado estos 10 años solo para tener el capital inicial y comenzar el negocio, a expensas de que funcionara o no. Esto, sin tener en cuenta el crecimiento de la inflación, razón por la cual a todas luces, en vez de ganar, perdería dinero en el tiempo.
• Pedir un préstamo era una vía fácil para conseguir la cantidad de dinero y comenzar el negocio, sin embargo, yo ya había vivido la odisea cuando mis padre compró la  casa con un préstamo del banco. Los intereses eran tan altos que terminamos pagando 3 ó 4 veces el valor del préstamo.
• Un amigo me sugirió que invirtiera lo que tenía en ese momento con una estrategia diversificada. No sabía de qué me estaba hablando, pero me puso en un camino que, finalmente, se convertiría en un estilo de vida. Al final me di cuenta que invertir significa poner a trabajar mi dinero, ya que genera rendimientos con los cuales podría llegar a la meta. Sin duda representó la mejor opción.

Cuando comencé con los planes de inversión, al principio me sentía a punto de naufragar en medio del océano. Había mucha información, demasiado por entender. Mi amigo me sugirió ir con un especialista, con una Casa de Bolsa, donde un asesor me daría toda la información y me explicaría el funcionamiento. Fue así como llegué a Finamex Casa de Bolsa, de la cual mi amigo era cliente.

No fue difícil definir mi perfil de inversionista. Era joven, tenía algunos ahorros para comenzar, tenía una meta o plan a mediano-largo plazo y toda la vida por delante. Tenía, sobre todo, sueños, y son los sueños los que mueven al mundo. Así es que me dejé guiar.

Mi estrategia se basó en:

• Una definición muy precisa de mi perfil de inversión y objetivo a futuro.
• Una estrategia en la que pusimos alrededor del 80% de la inversión inicial en instrumentos de Renta Variable (acciones de empresas en Bolsa, ETF´s y derivados) y el resto en Renta Fija (Cetes, Udibonos y deuda gubernamental).
• Un portafolio donde había empresas, ETF´s y otros instrumentos más complejos como los derivados financieros pero muy redituables.
• Diversificación para proteger mi portafolio en momentos de volatilidad.

En aquel entonces puse todo mi empeño y disciplina en conseguir los objetivos propuestos. Abrí una cartera de inversión con Finamex y comencé a hacer aportaciones voluntarias de dos mil pesos cada mes. ¿Cómo lo hice? Simplemente recorté los gastos hormiga, que eran excesivos. Cuatro años más tarde, cuando celebré los 40 años, mi cartera superaba los 800 mil pesos. Ya estaba listo para abrir un negocio.

Aunque comencé desde lo básico, ahora tengo mi cafetería, pero no me quedé ahí. Sigo invirtiendo esas ganancias fruto de mi sueño y esfuerzo, sí han cambiando los objetivos pero al final mi asesor me ha acompañado para adecuar mi inversión y adaptarla a mi ritmo. Soy  una mujer que es dueña de su vida y negocio.