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¿Atardecer en el mar o en la campiña?

Ahorrar, invertir, son ya dos metas que poca gente consigue, porque requieren voluntad para ver los resultados al final del camino.

Sin embargo, suele ocurrir que, independientemente de que te pongas una meta de inversión, fijes un objetivo y un plazo, cuando lo alcances no sepas bien qué hacer con el dinero.

Pongámoslo en términos prácticos. Llevas ahorrando desde los 28 años, ahora tienes 48. Invertiste en acciones y, como la bolsa de valores a largo plazo puede dar rendimientos notorios, tienes el dinero suficiente para regalarte un año en un crucero por el mundo con tu pareja, conocer las ciudades que siempre deseaste, y respirar los atardeceres en el mar.

También podrías comprarte una casa de campo en algún lugar no muy distante de tu vida laboral. Pasar allí fines de semana y vacaciones con tu familia, si es que les gusta la paz de los crepúsculos sobre el verde y el olor de la brisa en el pasto.

Como eres un buen ahorrador, seguirás construyendo tu patrimonio, pero por el momento solo te alcanza para una de estas opciones y debes decidir cuál es la mejor. Es vital consultarlo con tu familia, saber qué quieren ellos. El segundo paso será ver qué es más conveniente económicamente.

Adiós y vuelvo pronto

Un crucero durante un año puede rondar los $2 millones de pesos, para pasártelo realmente bien. Es el viaje de tu vida, no querrás arruinarlo con pequeñas decisiones monetarias. Ello implica que casi todo el capital logrado lo gastarás en esos 365 días, que quizás sean decisivos. Es el tiempo de reflexionar sobre lo vivido, de volver a enamorar a tu pareja, de reencontrarte a ti mismo, sentir que tantos años de trabajo valieron la pena. Ya eres una persona madura, que pagó sus cuentas con la vida, que no tiene deudas con los hijos, la educación, la familia, y cuyo retiro, en cuenta aparte, está garantizado. Los beneficios saltan a la vista.

Otra ventaja, comparando esta con la opción de comprar la casa de campo, es que la segunda seguramente te saldrá más cara. Por lo que el dinero que no gastes (tu costo de oportunidad) seguirá en tu cuenta para el regreso. Podrás seguir invirtiéndolo, o regalarte algo más.

En tu contra tendrás que el dinero con que pagas un viaje de crucero no es una inversión. Se acabará sin darte ganancia financiera. Es un gasto y como tal deberás asumirlo.

El rumor de la campiña

Nadie podría decidir si una cosa es mejor que otra, excepto tú. Son dos opciones diferentes con privilegios variables. Sobre todo, importa mucho lo que tengas deseos de hacer; para eso ahorraste por dos décadas.

Una casa de campo, si bien te va a costar posiblemente más, digamos entre 2 y 3 millones de pesos (tal vez todo lo que habías ganado), será parte de tu patrimonio, algo que construyes para toda la vida y a la cual, eventualmente, podrías sacarle beneficios económicos.

Entre las opciones está pasar en ella algunos fines de semana, vacaciones, y el resto del tiempo rentarla, con lo cual, al menos los gastos de mantenimientos saldrán limpiamente, y si la elección fue buena, dejará más dinero. También podría ser la casa de los sueños, a esa a la que te quieres mudar con tu familia o pareja, y pasar allí el resto de tu vida. Para ello deberás contar con un retiro digno o seguir percibiendo algún ingreso. La vida en el campo es más barata sin dudas, pero no es gratis.

Finalmente, si un día te ves en un apuro económico, una casa es siempre un activo que, el tiempo ha demostrado, gana valor. Por lo que después de disfrutarla por años, podrías venderla y volver a recuperar lo que invertiste en ella, quizás más.

El perjuicio más importante es que poseerla no solo implica el costo de la casa, sus escrituras, sino el de mantenerla viva y cuidar el terreno. Es tiempo, esfuerzo, o bien una cantidad de dinero frecuente que no debes despreciar.

Si ya te decidiste (es una apuesta delicada, que debes pensar con calma), el próximo paso será buscar el crucero que te haga vivir un año fantástico, o la casa con la que sueñas cuando el tráfico te atormenta en la ciudad. Está en tus manos.

 

Por Gabriela Guerra Rey

 

Si no sabes qué hacer con tu inversión, un experto podrá ayudarte a decidirlo.

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